Es de hombres aceptar que duele el corazón, esa impotencia de no saber que hacer ni que decir en el momento indicado; es difícil lo sé, el nudo en el cuello aprieta la lengua hacia el pecho y te asfixia.
Hoy he tenido que tragarme mis prioridades para poner las tuyas en la mesa, ahorita que es de madrugada, me agobian mis miedos y se burlan de mi seguridad, como quisiera que vinieras un instante.
Maldigo al tiempo y al destino, ese afán de querer mantenernos alejados, pero nos escurrimos entre minutos y logramos abrazarnos por instantes, como quisiera a veces morirme contigo.
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