Amanece y el tiempo sigue durmiendo, deseo descontrolado y cálido, una almohada, un escritorio, un cuadro viejo y yo, acostado con los ojos abiertos.
Le grito fuertemente tu nombre al viento para que te encuentre, entre todas las camas ha de hallar la tuya, te abrazaré con la luz del día y te dormiré con el tercer beso de la noche.
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